hedonismo en estado
puro...
Yo, Paco Aviñó
Paco Aviñó empezó siendo prudente, aunque él lo describe como miedo a equivocarse y falta de libertad. Sus platos eran sobrios, sin sorpresas. Y triunfó con un tipo de éxito comercial. Al cumplir años, descubrió que a esa forma ordenada y metódica de trabajar se le podía añadir su personalidad. Ahora el restaurante es una exhibición de identidad propia, con un estilo reconocible que solo se encuentra en Genuí. Aquí cada uno llega y elige, y es que su amplia oferta y la diversidad de su carta, que Aviñó remata con el adjetivo democrática, dejan libertad de movimiento al comensal. «Mi cocina no es radical», depende de lo atrevido o lo conservador que sea, puede apostar por clásicos adaptados, por productos «top», o por creaciones personales, originales y exclusivas de Genuí. Lo que prima en ese estilo es puramente capricho de sus gustos, de su sensibilidad. «La cocina es búsqueda siempre, un diálogo mental intentando adivinar cómo sorprender a la mente de mi comensal a través de mis platos, a través del sabor. El estilo va mutando cuando captas que él quiere dar un paso más». Este es un trabajo depurado, oficio de perfeccionistas, y tanto él como los integrantes de su plantilla están siempre conectados. Detrás de Paco hay un buen equipo: «es gente comprometida, con orgullo propio, con ganas de hacer bien las cosas». Son todos ellos los que empujan y ayudan a que las ideas lleguen a un puerto, se materialicen en nuevas elaboraciones. Aviñó nos cuenta que hay una energía interior que brota cuando aparece la inspiración, que puede ser desde una cara bonita a una luna grande, y es entonces cuando «das con un plato redondo en tu imaginación».
Sin postureo...
Lo mejor es que todo esto tiene su reflejo en un restaurante que sorprende por su naturalidad, por la variedad de platos y por la sinceridad de su cocina. No se trata de elaboraciones impagables, fugaces, y en algunos casos, más relacionadas con vender humo que con el placer de comer bien. Genuí nos trae platos que trascienden, que serán recordados, de los que invitan a volver para repetir. El plan funciona. Los deseos de Paco Aviñó se funden con sus proyectos, que pondrá en marcha si no le apartan de tener una vida normal. «Hay una parte en mi que está agotada, pero me impongo disfrutar de este momento, veo a mis clientes especialmente cariñosos y felices en el restaurante y quiero disfrutarlo». Sería un delito no sumarse a esa felicidad que nos da disfrutar del buen comer, y de sentarnos con los nuestros a la mesa.
El sublime oficio de dar de comer…
Cocinar, atender mesas, gestionar un estilo gastronómico, es la forma de expresarme y comunicarme con el mundo, mi vehículo para conocer nuevas personas y hacer amigos. Todo una fuente de vida…
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